19 de abril de 1603.- Francia. Política: Nace Michel le Tellier, marqués de Barbezieux, hombre de estado gabacho.
21 de abril de 1603.- Madrid. Funeral Real: El Colegio Imperial de la Compañía de Jesús de Madrid hace unas honras fúnebres a la memoria de la emperatriz doña María de Austria, fundadora del dicho Colegio. En la iglesia del colegio, que aun no es la fastuosa colegiata en la que se convertirá a lo largo del siglo, el padre Juan Ludovico de la Cerda dice una oración funeraria en latín, y pronuncia un sermón el padre Jerónimo de Florencia, donde por medio de una glosa del libro de Job se subraya la cualidad ascética de María de Austria durante la etapa final de su vida, retirada en el Monasterio de las Descalzas Reales de Madrid, así como su ejercicio de la caridad con los pobres en general y con algunas órdenes religiosas, en especial con franciscanos y jesuitas.
Iglesia colegiata de San Isidro, que fuera antigua catedral de Madrid y entrada al instituto San Isidro, heredero del "Colegio Imperial de los Jesuitas" en la calle de Toledo. |
Se edita "Libro de las honras que hizo el Colegio de la Compañía de Jesús de Madrid a la M. C. de la Emperatriz doña María de Austria fundadora del dicho Colegio, que se celebraron a 21 de abril de 1603". Madrid: Luis Sánchez, 1603.
Steven N. Orso, en "Art and Death at the Spanish Habsburg Court: The Royal Exequies for Philip IV" (Columbia, MO: University of Missouri Press, 1989), explica en gran detalle el elaborado procedimiento ritual observado en la corte española de los Austrias para celebrar las exequias reales en conmemoración de la muerte de un monarca. El catafalco, un pequeño edificio ricamente adornado, requería todo un equipo para su diseño y fabricación: arquitectos, artistas y artesanos. El programa político y propagandístico del catafalco, decorado con armas, trofeos y velas, pretendía infundir una reacción de maravilla en el espectador ante la grandeza y la majestad del difunto. El catafalco, pues, imponente y majestuoso, debía comunicar, mediante su ostentosa decoración grave y dolorosa, la eminencia y virtud de la monarquía, la encarnación terrenal de la voluntad divina.
Normalmente, las exequias funerarias reales se celebraban unos cuarenta días después del fallecimiento, lo cual dejaba tiempo suficiente para planificar y ejecutar un estudiado programa iconográfico para el que no se reparaba en gastos. Se acudía de costumbre a un repertorio tradicional de imágenes y símbolos que provocaran la reacción deseada de admiración en el público. La forma que asumía el catafalco, según Orso, era la de un baldaquín, una cubierta ornamental de madera pintada que protegía la tumba del difunto.
El catafalco acabará siendo la manifestación por antonomasia del arte efímero en los siglos XVI y XVII. Para reforzar, quizás, una lección moral de transitoriedad de todas las cosas humanas, el catafalco se desmontaba a los pocos días de las exequias, y muchas de las decoraciones se las apropiaban los particulares como recuerdo del evento. La casi total desaparición de un artefacto artístico, político y cultural tan importante se salvaba en parte gracias a la costumbre de publicar libros con descripciones de las exequias, libros que a veces reproducían en parte o en todo el decorado visual del catafalco y de la tumba.
El anónimo "Libro de las honras que hizo el Colegio de la Compañía de Jesús de Madrid a la M. C. de la.... y bla, bla, bla..." tiene el honor, según Orso, de ser el primer libro de su tipo en España que incluye ilustraciones de unas exequias reales. Más adelante, las solemnidades funerales de otras reinas - Margarita de Austria (1612), Isabel de Borbón (1644), Mª Luisa de Borbón (1688) o Mariana de Austria (1696)…- tendrían una mucho más amplia traslación al papel impreso. Muestras muy espectaculares y valiosas del género son: el libro firmado por Pedro Rodríguez de Monforte "Descripción de las honras que se hicieron a la cathólica magestad de D. Phelippe quarto… en el Real Convento de la Encarnación, Madrid, 1666", y el de Francisco Antonio de Montalvo "Noticias fúnebres de las reales exequias de María Luisa de Borbón" Palermo, 1689).
Este Libro sobre las exequias de María de Austria es también una acción de agradecimiento de los jesuitas en honor de la patrona fundadora de su Colegio de Madrid. Este famoso Colegio Imperial se fundó en 1572 - dieciséis años después de la muerte de San Ignacio - gracias a la generosa donación de María de Austria, que quería que fuera gratuito. En él estudiaron, entre otros, escritores de la talla de Lope de Vega, Francisco de Quevedo o Calderón de la Barca. Su iglesia, bajo la advocación de San Isidro, fue catedral de Madrid hasta la consagración de la Almudena. Este libro de homenaje contiene, pues, una descripción inicial de la decoración de la iglesia del Colegio, seguida de una descripción del catafalco. A continuación se reproducen la oración funeraria en latín del padre Juan Ludovico de la Cerda, y el sermón pronunciado por el padre Jerónimo de Florencia, donde por medio de una glosa del libro de Job se subraya la cualidad ascética de María de Austria durante la etapa final de su vida, retirada en el Monasterio de las Descalzas Reales de Madrid, así como su ejercicio de la caridad con los pobres en general y con algunas órdenes religiosas, en especial, franciscanos y jesuitas.
El resto del libro consiste en la reproducción de los jeroglíficos que se crearon para las exequias, con sus correspondientes poemas en hebreo, griego, latín y castellano. La simbología predominante es alusiva al poder real de los Austrias, con profusión de águilas y coronas imperiales o reales, etc., y otros elementos propios de la imaginería jesuita (el anagrama IHS, etc.) Es importante señalar el especial gusto hacia este tipo de ejercicios que se estaba desarrollando tan fuertemente en el seno de la Compañía de Jesús y que no haría sino aumentar en sus colegios hasta el final del siglo XVII. En este caso se observa con claridad el sutil aprovechamiento por parte del Colegio de la muerte de su fundadora para autopromocionarse y afirmar a la Compañía como gran defensora del Catolicismo en Europa.
25 de abril de 1603.- Alemania. Política: Fallece Jorge Federico, margrave de Brandemburg.
28 de abril de 1603.- Inglaterra: Funeral por la reina Isabel I en la abadía de Wetminster.
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