lunes, 11 de mayo de 2015

JULIO de 1600


2 de julio de 1600.- Flandes. La eterna guerra España-Holanda: Victoria de Mauricio de Nassau contra los españoles e italianos del archiduque Alberto en la Primera Batalla de las Dunas o Batalla de Nieuwpoort, en la costa de las Dunas.

Alberto había iniciado en su día negociaciones para una tregua con los holandeses, pero estos tramaban en secreto extender su control a Flandes. Les alentaban las noticias sobre un motín en varios tercios del ejército español de Flandes, y la necesidad de poner fin a las actividades de los corsarios españoles que operaban frente a Dunquerque y Nieuwpoort.

Los Estados Generales de Holanda ordenaron a Mauricio de Nassau que tomará el mando del único ejército de campo de la costa de Flandes y que capturara la ciudad de Nieuwpoort. A Mauricio no le gustaba el plan, sobre todo porque sus jefes querían un asalto anfibio. Sin embargo, aceptó comandar el ejército. Y, mira tú por donde, ganó a los míticos tercios hispanos.

Masacre en las Dunas de la costa de Flandes, a la altura de Nieuwpoort. Mauricio pasa de la batalla y posa para el artista.


Esta es la primera victoria importante de la escuadra holandesa, de la que hasta entonces se decía que "no se atrevía a mostrarse en campo abierto", y que únicamente servía "para tomar ciudades a traición". Sin embargo, las reformas de Mauricio de Nassau habían convertido al ejército naranjito en un peligroso adversario, como se vio ese día.

Sin embargo, a pesar de esta victoria hereje, la expedición de las Provincias Unidas contra Flandes fracasó. Los holandeses no pudieron a la postre hacerse con el control sobre este puerto estratégico clave. Los holandeses dicen adiós prácticamente a la posibilidad de añadir las provincias del sur a sus posesiones. ¡Menos mal! Y para mayor alegría, comienza el mosqueo entre Mauricio de Nassau y Johan van Oldenbarnevelt.


"El príncipe de Orange en la batalla de Nieuwpoort" por Maurits (1567-1625)


Monográfico Especial ¡A Todo Color!

Batalla de Nieuport, Primera batalla de Las Dunas, 1600

La batalla es consecuencia de una maniobra de amplias miras. Los Estados, aprovechando su dominio del mar, deciden llevar a cabo un desembarco en territorio controlado por España. Confían con ello en mantener a Inglaterra como aliada y acabar con las bases de operaciones corsarias de Nieuport y Dunquerque. Contaban además con una supuesta e inminente sublevación de la población de Flandes, a la que creían reprimida y sojuzgada por el yugo español. Además sabían que la mitad de los tercios estaban sublevados, harta la soldadesca de los continuos retrasos e impagos de la hacienda hispana.

El 22 de junio de 1600 las fuerzas de Mauricio saltan a tierra. Al enterarse de la noticia, el archiduque Alberto de Austria, que gobernaba los Países Bajos junto a su guapa esposa, Isabel Clara Eugenia, parte de Bruselas para hacer frente a la amenaza. Sobre la marcha, pide ayuda a sus tropas amotinadas en Diest, que le dan ochocientos infantes españoles y seiscientos caballos, para servir en vanguardia bajo sus propios cabecillas, formando un escuadrón volante y con la promesa de botín, saqueos y violaciones múltiples.

El ejército español, tras haber andado doce leguas en un día y una noche, cae sobre tres pequeños fuertes ocupados por los holandeses. A pesar de que las guarniciones se rinden, los amotinados ("porque deseaban mucho degollarlos y coger el pillaje...") les quebrantaron la palabra y les degollaron. Tras ello, prosiguen su avance, topan con Ernesto Casimiro de Nassau, que avanzaba a su encuentro con 2.000 infantes escoceses y zelandeses, 4 escuadrones de caballería y 2 piezas de artillería y, sin casi detenerse, les deshacen, no dándoles cuartel. "Los escoceses, en un éxtasis de miedo", a pesar de su bien ganada reputación, se desbandan como los demás, falditas al viento. Ni siquiera fue una batalla: "En un momento mataron de 1.800 a 2.000 hombres, se apoderaron de dos cañones y varias banderas". Las banderas las tiraron.

Mauricio y la tortuga gigante de Nieuwpoort contra Alberto y los famosos tercios de Mahou


Siguiendo la marcha, llegan el 2 de julio de 1600 ante las posiciones de Mauricio. Éste había desembarcado con unos 9.000 infantes, de los que habría que restar los destacamentos recién batidos, en torno a 3.000 caballos y 6 piezas. Ha desplegado en la playa, pero la marea creciente le obliga a correr su izquierda, donde se concentra la infantería hasta ocupar una serie de dunas, reforzadas con sendas baterías. Los jinetes, expulsados de su primitiva posición por el agua, forman a la derecha.

Cánovas afirma, no sin razón, que era un ejército protestante más que holandés, ya que en él servían, además de holandeses, escoceses, ingleses, alemanes, suizos, franceses y un regimiento de desertores valones [holandeses católicos], que poco antes habían vendido a Mauricio las plazas que les habían sido confiadas. Pero lo mismo se podía decir de sus rivales, que también presentaban tropas de distintas nacionalidades.

Los católicos suman entre 9.000 y 10.000 infantes, 1.500 caballos y 7 cañones, más los 2 arrebatados a los herejes recientemente. Eran 3 regimientos de infantería españoles, los de Zapena, Villar y Monroy, así como 2 unidades valonas, 1 italiana y otra irlandesa. También contaban con 4.000 alemanes, que marchaban en retaguardia y que no participarían en la batalla.

Según algunos historiadores, el archiduque Alberto tomó por su cuenta la decisión de atacar, quizás dolido por las acusaciones por su anterior actuación en el socorro de Amiens de 1597. Otros, en cambio, afirman que son los soldados - especialmente los amotinados, quienes "ensoberbecidos con este buen suceso (sus anteriores victorias) y llevados de la codicia del pillaje y de la gloria"- los que le fuerzan a combatir, mostrándose tan insolentes, que los oficiales superiores le aconsejan que "pues eran los soldados los que habían de hacer aquella facción, los dejase".

En cualquier caso, la elección no fue nada prudente, por varios motivos: los españoles tenían un flanco expuesto al fuego holandés; las tropas estaban agotadas tras la marcha forzada nocturna, y tendrían que pelear con el sol y con el viento de cara. Finalmente, no estaban al completo: casi la mitad de la infantería se hallaba todavía en camino.

El choque inicial se producirá en las vanguardias. Los tercios, "como si les fuese igual la muerte o la victoria", "con el mayor fervor y valor que se ha visto, muertos de sed y tan fatigados que parecía casi imposible poder dar paso", cargan frontalmente, jadeando, hundiéndose en las dunas, cegados por el sol y por un viento que les mete la arena y el humo en los ojos, y que apaga la llama de sus mosquetes y arcabuces.



El primer envite es rechazado. Los tercios se reagrupan y lanzan un segundo, sin mejor suerte. Mientras, fuerzas holandesas de caballería han dado una carga por la derecha, que arrolla a los jinetes católicos, pero que es detenida por el fuego de los infantes. Un tercer ataque de éstos, en cambio, les permite apoderarse de una de las alturas, expulsando a los ingleses y frisones. Algunos de ellos, llevados por el miedo, se arrojan a las olas para escapar. Su jefe, sir Francis de Vere, se ha batido con coraje, recibiendo dos tiros en una pierna, y siendo muerto su caballo. Ante ese revés, la línea holandesa entera vacila. Parecía en ese momento que "todo el ejército, el único ejército de los Estados, estaba perdido, roto, dominado por el pánico; los gritos de victoria de los españoles sonaban en todas partes".

Éstos hacen un breve alto para tomar aliento. Luego, aunque agotados y diezmados, empiezan el asalto de otra duna defendida por una batería, llegando tan cerca de ésta que, tras un último disparo, está a punto de ser abandonada.

Pero ya es demasiado tarde. Mauricio, "que parecía el único del bando holandés no atemorizado", ha aprovechado el mínimo respiro que se le ha concedido. Midiendo perfectamente el tiempo, hace cargar a las únicas fuerzas ordenadas que le quedaban, los regimientos de caballería de Balen, Vere y Cecil. Éstos barren a los jinetes católicos, que en su fuga arrollan a parte de sus propios infantes, dejando aislado al resto. Siguiendo la carga, los caballos caen sobre el flanco de la primera línea católica, que recibe a la vez un contraataque por su frente de la infantería holandesa, reorganizada y apoyada por la artillería que ha vuelto a abrir fuego.

El archiduque, pie a tierra, intenta evitar el colapso. Un enemigo le hiere "entre las sienes y la cabeza", pero "él le mató con la espada de una cuchillada con que le abrió la cara". Sin embargo, los españoles han sufrido pérdidas terribles, incluyendo a 2 de los 3 maestres de campo, los 3 sargentos mayores, 36 capitanes y centenares de hombres. Sus compañeros italianos, que han combatido valerosamente, no están en mejores condiciones. Abandonada y exhausta tras una jornada que ha consistido en una marcha forzada, el encuentro con el destacamento de Ernesto de Nassau y su persecución, además de varias horas de combate en la arena, bajo el sol de julio, la infantería se hunde.

Mal rollito pelear con los tobillos hundidos en fina arena flamenca.


Las cifras de las respectivas bajas varían considerablemente. Las holandesas se pueden cifrar en torno a los 1.700, entre muertos y heridos. El archiduque tuvo alrededor de 4.000, incluyendo más de 60 capitanes y un número desproporcionadamente elevado de españoles, difíciles de sustituir, quedando tanto los amotinados como los tercios "menguadísimos", ya que llevaron el peso del combate. Los irlandeses y los valones, que por estar en segunda línea apenas tuvieron ocasión de batirse, salieron mejor parados, como sucedió a la caballería, a causa de la escasa resistencia que presentó. Entre los capturados estaba el almirante de Aragón, jefe de los jinetes. Un mosquetazo le mató el caballo, que cayó de espaldas sobre él. Más de 200 prisioneros fueron pasados a cuchillo, en represalia por los excesos cometidos por los españoles. Los demás serían rescatados 2 años después, mediante el pago de 100.000 escudos.

Resulta casi una paradoja que la victoria neerlandesa, a pesar de su importancia táctica y moral, no generó ningún resultado estratégico. En contra de lo previsto, la población civil belga no se unió a sus pretendidos libertadores holandeses contra la "tiranía" española. Por otra parte, las pérdidas de éstos, lejos de sus bases, habían sido sensibles: "el golpe fue fatal: a fines de mes, Mauricio estaba de vuelta con sus hombres en Zelandia". La invasión había fracasado. Cuatro años después, Spínola comenzaba con la toma de Ostende una serie de campañas victoriosas. Antes de que en 1607 se firme el armisticio que se consolidará en la Tregua de los 12 Años, conquistará Oldenzaal, Lingen, Wachtendonk, Cracow, Lochem, Groll y Rheinberg.

Nieuport constituyó la primera gran victoria del ejército holandés sobre el español en campo abierto. Sin embargo, pese al revés, la infantería española seguiría plantando cara y cosechando victorias ante el ejército de los Estados Generales hasta la década de los 50 del siglo XVII.

Julio Albi de la Cuesta. "De Pavía a Rocroi". Balkan Editores



2 de julio de 1600.- Flandes:  Don Felipe de Tassis, primo del conde de Villamediana, es apresado por los holandeses en Niuport. Más tarde, una vez rescatado, moriría, 4 años más tarde, en el asedio de L´Ecluse (La Inclusa)

10 de julio de 1600.- Ciencias: Tycho Brahe observa un eclipse solar desde Benatky, poco tiempo después se trasladaría a Praga.

17 de julio de 1600.- Japón: Muere Gracia Hosokawa, dama de la nobleza nipona. Normalmente conocida como Hosokawa Garasha (細川ガラシャ?), (1563 - 1600) era hija del noble Akechi Mitsuhide, y esposa de Hosokawa Tadaoki, y, de paso, una cristiana conversa. Garasha, el nombre por el que es conocido en la Historia, se basa en su nombre de bautismo católico, Gracia. Su muerte fue famosa porque sucedió así en plan mártir y eso, y porque habían poquísimos cristianos por allí en aquellos días. Hay fuentes fidedignas que sitúan su muerte el 25 de agosto, pero me da pereza andar ahora de "corta-pegas".

Ilustración de Gracia en plan beata / Tumba de Gracia / Gracia en versión "Samurai Warriors" ¡Menuda Gracia!


29 de julio de 1600.- El cambio de la Corte: "Ha pasado tan adelante el persuadirse todos que la corte se había de mudar de Madrid a Valladolid, que con saberse el discurso que ha de tener la jornada, no acaban de creer que haya de dejar de tener efeto la dicha mudanza; y así los ministros, y a su ejemplo los demás cortesanos, tienen suspendido el proveer sus casas de lo necesario para de aquí adelante, esperando de ver en qué viene a parar esta voz que se ha levantado, desde que SM salió de aquí, que quería mudar la corte a Valladolid; como sea verdad que ni de su parte, ni de la del duque de Lerma se ha podido saber que esto haya de ser así hasta ahora. Quizá con verle salir de Valladolid y que continúa su jornada sin mandar hacer novedad, se desengañarán los que están persuadidos desto, pues no hay conveniencia en ello ninguna, habiendo en este lugar mucha salud y gran  provisión, y a más moderado precio que en todo el reino, concurriendo en él más gente que en otro ninguno de España." Cabrera de Córdoba.

Julio de 1600.- Bohemia. Ciencias: El astrónomo Longomontanus llega a Praga donde trabaja en una teoría sobre la órbita de la Luna.




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