domingo, 24 de abril de 2016

NOVIEMBRE de 1610



1 de noviembre de 1610.- Italia. Religión & Iglesia: La canonización de Carlos Borromeo es seguida por la construcción de tres iglesias a su gloria en Roma.

2 de noviembre de 1610.- Inglaterra. Iglesia: Fallece Richard Bancroft, arzobispón de Canterbury.

17 de noviembre de 1610.- Francia. Nobleza: Fallece Antoine de Borbón, duque de Vendome.

25 de noviembre de 1610.- Francia. Astronomía: Nicolas-Claude Fabri de Peiresc descubre la Nebulosa de Orión. 

Nebulosa de Orión.


Noviembre de 1610.- España profunda. Inquisición: Los jueces del Auto de Fee lucroniense demuestran su escaso sentido del humor penitenciando a un bachiller en cánones "porque para hacerse alquimista y sacar plata de otros metales baxos ponía y juntaba con ellos superstición lamentable, pedazos de estolas y albas benditas, olios santos, agua benditísima e incienso sin bendecir"

Aquelarre de Francisco de Goya y Lucientes


Un domingo de Noviembre de 1610.- Inquisición: Colosal auto de fe celebrado en Logroño. Era una tibia mañana dominical. 29 brujos convictos y confesos figuraban en la sentencia, de los que treparon al rogo en efigie y 6 por su propio pie. Tanta chamusquina intimidó incluso a los inquisidores, quienes, aproximadamente un año después, enviaron a don Alonso de Salazar y Frías con el encargo de recorrer la zona esgrimiendo un edicto de gracia para todos los que estuvieran dispuestos a abjurar de sus "errores". El emisario no acometió el asunto a la ligera. En 9 meses de incansable zurra tomó declaración y consiguió reconciliar a casi 2.000 supuestos brujos, entre los cuales se contaban 1.384 chavales de ambos sexos que no habían cumplido los 15 años ni bajaban de los 9. Don Alonso empuñó luego la pluma y derramó sobre el pupitre de sus jefes un prolijo informe que no parece exagerado calificar de asombroso. Razonaba en él su convicción de que en toda la comarca no se había cometido ningún verdadero acto de brujería y hasta llegaba a argüir que 3/4 partes de los interrogados (quedándose corto, dixit) habían incurrido en falsas confesiones de culpabilidad. Contaba también, que encontrándose en Valderro, cerca de Roncesvalles, y a punto ya de regresar a la capital tras haber reconciliado a varios jorguines, recibió una carta firmada por los alcaldes del Valle de Amescoa con la súplica de que no se fuera sin antes visitarlos a ellos, y no porque en la demarcación se hubieren observado síntomas de bruxería, sino para evitar que las aldeas sometidas a sus varas se creyeran víctimas de un trato discriminatorio.

Francisco de Goya "Dónde mi mamá?" / Goya: "Las brujas" / Grabado porno de la época, representando un aquelarre.


Y concluía el insólito inquisidor: "Estoy seguro que en las actuales condiciones no hay necesidad de promulgar más edictos ni de prolongar la vigencia de los ya existentes, ya que, dada la perniciosa agitación de la opinión pública, todo lo que se haga removiendo el asunto no haría más que daño y aumentaría la extensión del mal".
¡Qué importante es la reserva y el silencio en según qué casos! pues ya dijo Kamen, y tenía más razón que un santo, "que no hubo bruxas ni embruxadas hasta que se habló y escribió dello"



Importante proceso contra la “brujería” que desemboca en el famoso “Auto de Fe de Logroño”, una excepción que conectaba a España con la furia anti-brujeril que asolaba Europa por aquellos días.
Prestan declaración ante el Tribunal del Santo Oficio los "brujos" convictos y confesos Miguel y Juan de Goiburu, María Zuzaya, María Iurreteguía, Graciana Barrenetxea, Juan Sansin, Estefanía y Juana de Telletxea, María Juancho, Juan Echalatz y Martín de Vizcay. El primero pasaba por rey del aquelarre y se ganaba la vida como tempestario o movedor de tormentas en los rabiones de San Juan de Luz. El segundo, tamborilero de la reunión, se reconoció culpable de parricidio en la persona de su primogénito, cuya carne devoraron luego los jorguines de Zugarramurdi. La tercera gozaba fama de insigne dómine e inigualable dogmatizadora. La cuarta fue catequizada por sus tías. La quinta envenenó por celos a Mari Juana de Oria, que también se había encoñado con Belcebú. El sexto gustaba de tañer la flauta mientras sus compinches se enardecían con el fornicio. La séptima y la octava llegaron a ser prestigiosas artistas del infanticidio. La novena dio muerte a su unigénito. El penúltimo era hombre de forja. El undécimo se encargaba de adoctrinar a los neófitos.

Actualmente se celebrar en Logroño y Zugarramurdi, representaciones, rememorando los hechos.
Todos fueron denunciados a la Suprema por una mocosa de Hendaya que se acobardó antes de recibir las órdenes mayores. Y todos, quizá con perjurio, se confesaron hechiceros, sodomitas, sacrílegos, asesinos y torturadores de impúberes. "Merecían mil muertes" - concluyó siglos después con su habitual deshumor Menéndez y Pelayo. Fue para ellos el auto de fe de Logroño. Primero vino el patíbulo y después la absolución.

Las brujas de Zugaramurdi / Cartel de presentación del acto / Cuadro con penitenciadas en tetas y en burros.



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